Francisco fue buen referente

Tras el Domingo de Ramos en que bendijo a Roma y al Mundo, todo ello según terminología y ritos de su religión, y se reunió con el Vicepresidente de EEUU, que fue seguida de una breve intervención crítica con la política social de Donald Trum -esa fue su agenda-, este lunes por la mañana ha fallecido el Papa Francisco.

Por las barrabasadas inquisitoriales y hasta hace poquísimo las complicidades de las jerarquías católicas con tiranías como la del fascismo español… no soy católico. Francisco llegó demasiado tarde para mí. Ni tengo religión concreta y políticamente creo más en el laicismo que en la simple aconfesionalidad, aunque soy creyente, deísta -quizá toda la arquitectura del Mundo debe responder a algo grande- y admirador de doctrina de Jesús de Nazaret, con la esperanza en lo trascendente en lo que otros conocen como tikkun olam.

Y sin ser católico he de estar reconocido a Jorge Bergoglio. Sí, es cierto que no ha dejado de posicionarse contra el derecho de las mujeres cis y hombres trans sobre su propio cuerpo y contra la planificación familiar, la eutanasia voluntaria o el matrimonio homosexual, que no dejaba de ser representante de una confesión religiosa con sus propia constitución ideológica. Sobre el funcionamiento interno de su organización, tanto religiosa como estatal, y el papel de las mujeres, la imposición del celibato, etc., no tengo nada que decir, que cada cual se organiza en su casa como quiere, y ésa no es la mía. Pero…

También es cierto que se adhirió a la conocida como «opción preferencial por los pobres» propia de la Teología de la Liberación, que así criticó tanto neoliberalismo como los totalitarismos de un extremo y del otro, que utilizó su influencia para facilitar la huida de perseguidos por la dictadura de su Argentina natal, que afirmaba beligerantemente la existencia del cambio climático y la necesidad de combatirlo, y que ya Papa eliminó del Catecismo la legitimación de la pena de muerte -que, por cierto, tanto justificó el Episcopado español contra la democracia de 1931- y dejó de mirar a otro lado como sus predecesores frente a los abusos sexuales dentro de su Iglesia.

Que dentro de las posibilidades de una organización tan influyente como la suya ha sido una buena opción -no era posible algo mejor- para la mayoría, propios o como yo extraños, lo evidencia la crítica abierta de que ha sido objeto por parte de los sectores que quieren tener esa estructura al servicio de los poderosos: la anticomunista Cuca Gamarra lo llamó «comunista», el nacional-liberal Javier Milei lo consideraba representante del «maligno» en la tierra, etc.

La inferioridad moral de la derecha extrema y la extrema derecha tenía al Papa Francisco enfrente. Donde también estamos otros. Él y y el resto de quienes creemos en la justicia social hemos sido compañeros de lucha por un Mundo mejor.